Por Omar Paredes (Publicado en Revista Deportes Perú)
Con el grito desaforado de gol instalado en su garganta en medio de una carrera interminable. Así celebraba todas sus conquistas el longo “Pirata” del gol, quien llegó a las instalaciones del viejo “Lolo Fernández”, entre los murmullos de la gente, pero luego quedó en el recuerdo de todos los hinchas “cremas”, que se ilusionaron con sus goles durante aquel Campeonato Descentralizado de 1996, en el cual lucharon por el título. Y si bien al año siguiente la máquina compradora del Sporting Cristal, que presidía “Pancho” Lombardi, lo adquirió, no fue la excepción del karma que atrapa a los ídolos merengues que pasan al antagónico rival. Esta es la charla con Adrián Czornomáz, aquel jugador que fue capaz de reclutar, dentro del ambiente futbolístico, un concepto de admiración por su gran olfato de gol.
Adrián ¿Qué significó para tu trayectoria el año y medio que jugaste en el fútbol peruano?
Para mí fue un paso muy importante, porque se me dio la oportunidad de jugar en el extranjero después que haber sido el goleador en el “Nacional B” durante la temporada 94-95. Además porque me permitió llegar a un fútbol muy bien jugado como el que se practica en Perú y donde cumplí mi labor por la buena calidad de compañeros que tuve, sobre todo en Universitario. La verdad para mí es inolvidable todo el cariño que me brindó el público peruano.
.. Y claro en la “U” te ganaste el respeto de la gente por tu buena producción de goles…
Pero me costó, al comienzo noté cierta desconfianza en la hinchada porque venía de jugar en un equipo de segunda división de Argentina. Mi ventaja fue que Eduardo Manera me conocía y como le hacía falta un jugador de mis características, me llamó. Recuerdo que llegué con el torneo iniciado, luego tuvimos una racha importante, luchamos palmo a palmo con ese Cristal tricampeón que dirigía Markarián y después en la liguilla para la Copa Libertadores, Alianza apenas nos superó por un punto que le habían dado de bonificación durante el campeonato.
Inflaste muchas redes en el Perú, pero ¿Cuál fue el gol que más te hinchó la garganta?
La verdad tuve una increíble promedio de casi un gol por partido (19 goles en total), y de todos el que más grité fue durante un empate en un “clásico”, además porque es uno de los goles más lindos de mi carrera. Recuerdo que Alianza se nos adelantó y al minuto siguiente Paolo Maldonado me lanza un centro al área y ni bien bajó la pelota, la calcé en el aire de volea. Salí corriendo enloquecido y ahí me percaté de la gran pasión que siente por su equipo esa gran hinchada crema.
¿Cómo fue la relación con los con los compañeros que tuviste?
Fue muy buena, armamos un grupo muy lindo, muy trabajador y muy unido. Con decirte que íbamos siempre a comer cebiche con el “Puma” Carranza, Roberto Martínez, “Cheta” Domínguez y otros chicos. La verdad un gran recuerdo de todos y con algunos aún mantengo contacto directo.
Asimismo tuviste un paso más corto por Sporting Cristal ¿Qué impresión te quedó del equipo rimense?
Un lindo recuerdo también. Si bien apenas estuve seis meses y ni siquiera pude concluir la campaña con mis compañeros, pero lo que pasó en aquella Copa Libertadores del 97 fue fantástico. Eliminamos a Vélez en Liniers con el gol de Jorge Soto y justo a mí me tocó darle el pase. Luego accedimos a las semifinales ganándole al Bolívar, pero lamentablemente me tuve que ir antes porque mi ficha en aquel momento era de un grupo inversor y además la Libertadores entró en receso porque se iba a disputar la Copa América en Bolivia.
¿Y qué se puede rescatar de diferente en ese grupo de Cristal que no se pueda repetir en los equipos peruanos que compiten a nivel internacional actualmente?
Primordialmente había un conjunto importante de jugadores que eran hombres consolidados y maduros, a quienes un gran técnico como es Sergio Markarián supo sacarles rédito de la mejor manera. Creo que pasó por ahí, se creó un clima de confianza y de mentalidad ganadora dentro y fuera del vestuario que ayudó a afrontar todos los partidos sin miedo a conseguir el éxito. Mirándolo desde afuera, creo que estaría haciendo falta ese aspecto en la actualidad, porque la verdad el fútbol peruano no ha dejado de sacar buenos jugadores.
Después de tu retiro en el 2006 has estado ligado al comando técnico de Leonardo Madelón, ¿Cómo es esta nueva etapa en tu vida?
La verdad en estos tres años he aprendido muchísimo. Madelón me ha dado mucha confianza para ayudarlo con el trabajo de campo específicamente con los delanteros. Asimismo soy el entrenador de la tercera, tanto ahora en Gimnasia La Plata que nos ubicamos en el primer lugar del torneo de reservas, como antes cuando estábamos en Rosario Central. Seguro que en un mediano plazo querré formar mi propio cuerpo técnico y no descarto dirigir en el fútbol peruano.
¿Es un sueño entonces dirigir a Universitario en el estadio Monumental, por ejemplo?
Seguramente, sería una manera devolver un poco ese cariño que me dio la gente de la “U”. Y en la actualidad para mí es una ilusión, porque es un club grande y ha sabido catapultar a buenos técnicos argentinos como Ricardo Gareca y José Basualdo. Me siento con la entereza de entrar en el vestuario de ese estadio tan lindo, que aún no he tenido la oportunidad de conocer, y comenzar una historia propia como técnico.
Un lindo recuerdo también. Si bien apenas estuve seis meses y ni siquiera pude concluir la campaña con mis compañeros, pero lo que pasó en aquella Copa Libertadores del 97 fue fantástico. Eliminamos a Vélez en Liniers con el gol de Jorge Soto y justo a mí me tocó darle el pase. Luego accedimos a las semifinales ganándole al Bolívar, pero lamentablemente me tuve que ir antes porque mi ficha en aquel momento era de un grupo inversor y además la Libertadores entró en receso porque se iba a disputar la Copa América en Bolivia.
¿Y qué se puede rescatar de diferente en ese grupo de Cristal que no se pueda repetir en los equipos peruanos que compiten a nivel internacional actualmente?
Primordialmente había un conjunto importante de jugadores que eran hombres consolidados y maduros, a quienes un gran técnico como es Sergio Markarián supo sacarles rédito de la mejor manera. Creo que pasó por ahí, se creó un clima de confianza y de mentalidad ganadora dentro y fuera del vestuario que ayudó a afrontar todos los partidos sin miedo a conseguir el éxito. Mirándolo desde afuera, creo que estaría haciendo falta ese aspecto en la actualidad, porque la verdad el fútbol peruano no ha dejado de sacar buenos jugadores.
Después de tu retiro en el 2006 has estado ligado al comando técnico de Leonardo Madelón, ¿Cómo es esta nueva etapa en tu vida?
La verdad en estos tres años he aprendido muchísimo. Madelón me ha dado mucha confianza para ayudarlo con el trabajo de campo específicamente con los delanteros. Asimismo soy el entrenador de la tercera, tanto ahora en Gimnasia La Plata que nos ubicamos en el primer lugar del torneo de reservas, como antes cuando estábamos en Rosario Central. Seguro que en un mediano plazo querré formar mi propio cuerpo técnico y no descarto dirigir en el fútbol peruano.
¿Es un sueño entonces dirigir a Universitario en el estadio Monumental, por ejemplo?
Seguramente, sería una manera devolver un poco ese cariño que me dio la gente de la “U”. Y en la actualidad para mí es una ilusión, porque es un club grande y ha sabido catapultar a buenos técnicos argentinos como Ricardo Gareca y José Basualdo. Me siento con la entereza de entrar en el vestuario de ese estadio tan lindo, que aún no he tenido la oportunidad de conocer, y comenzar una historia propia como técnico.