sábado, 8 de mayo de 2010

Diferentes emociones, la misma decepción

Universitario y Alianza Lima lucharon, cada uno con sus armas, para clasificar a los cuartos de final de la Copa Libertadores, pero el desenlace como siempre fue triste

Cómo explicar tanta decepción en unas cuantas líneas, una sensación que se incrustó de manera violenta en el ánimo de los peruanos quienes observaban los partidos que se transmitían desde San Pablo y Santiago de Chile. Ni el más acérrimo de los hinchas de los llamados equipos más populares del país pudo deglutir el exiguo momento de alegría vivido con tanta intensidad y que se les atragantó apenas unos cuantos minutos después que se bajó el telón de las definiciones. Porque ni Universitario que forzó, con mucha enjundia y suerte, la instancia de los penales ante el tricampeón continental Sao Paulo de Brasil en el mítico Morumbí, ni mucho menos Alianza Lima que le dio una lección de fútbol a la Universidad de Chile en su propio campo, pudieron dar con decisión el paso final para bañarse de gloria.
Quizás en el caso de los blanquiazules queda la extraña sensación de que el árbitro ecuatoriano Carlos Vera le metió la mano en el bolsillo, considerando que durante el autogol del empate chileno, impulsado por Felipe Seymour, hubo hasta dos jugadores rivales en posición adelantada quienes obstruían el campo visual del arquero “grone” George Forsyth. La presión ejercida por los “azules” sobre el juez asistente después de que levantó el banderín para anular la acción, al parecer influenció en la decisión final de Vera que se veía como todo un estadio se le venía encima si anulaba el gol cuando solo faltaban dos minutos para finalizar el compromiso. ¡Claro! era más fácil rodear de carabineros a los jueces del partido ante los reclamos de los peruanos, a soportar que los chilenos te reclamen a mansalva sin la protección de los déspotas policías locales, quienes solo aparecieron cuando Costas y compañía reclamaban el cambio de decisión.

Así y todo se puede rescatar la campaña aliancista, puesto que hizo la mejor primera fase de su historia, consiguiendo puntos en campos antes inexpugnables y luchando palmo a palmo con Estudiantes de La Plata, el actual campeón de América, en el Grupo 3. Tal vez el único error fue no definir de local ante la U de Chile las ocasiones de gol generadas y sobre todo la desincronización de los zagueros aliancistas en el fatídico gol de “Gokú” Rivarola en Matute que condicionó mucho durante el partido en el Monumental de Santiago. Cuesta creer que después de cómo se gritó hasta el cielo el gol de José Carlos Fernández, tras la gran jugada del “Potón” Johnier Montaño en el área chilena, se pueda estar lamentando la eliminación por ese infortunio arbitral.

En cuanto a los “cremas” quedó claro que no tenían muchas opciones para plantarse en uno de los campos más extensos del fútbol mundial y más aún ante uno de los equipos más tradicionales de esta competencia. Ante Sao Paulo tenían que practicar el arte de “jugar, sin dejar jugar”, aquel que propulsan los equipos italianos, aunque al once estudiantil le faltó generar ocasiones con el contra-ataque. Estuvo tan tranquilo el arquero local Rogério Ceni que solo se lo vio aparecer en cámaras, algo sobrado incluso, durante la definición de penales. Recién se le cambió el semblante cuando el arquero peruano Luis Llontop, de excepcional rendimiento, le atajó un penal después de años mostrándose como un definidor implacable. Así y todo de poco alcanzó aquel envión anímico porque Ceni después le atajó dos penales a Piero Alva y Carlos Galván, figuras durante los 90 minutos, pero que en los 12 pasos demostraron poco temple.

Así es el fútbol, trae alegrías y decepciones; aunque para los peruanos al parecer los ratos buenos duran tan poco, como el agua en las manos.