

"Sí, solo faltan tres para entrar en la historia", parece decir el chico que nació en la pequeña población polaca de Opole, Miroslav Klose, cuya carrera futbolística se hizo a punta de cuestionamientos. Y es que desde que hizo su presentación, allá por el 1 de Junio en el Mundial de Korea de 2002, deslumbró por su plasticidad para elevarse en el aire y conectar testarazos mortales que siempre desembocaban en la red contraria. Aquella ocasión marcó tres goles en el debut goleador por 8-0 del " Mannschaft" ante Arabia Saudita. Desde entonces Miroslav Klose presentó credenciales, aunque en ese mundial la pólvora se le secó después de la primera fase y no volvió a ser decisivo en los partidos trascendentes de la Semifinal y la Final que perdieron ante Brasil. Empero empezó a labrarse la leyenda como un eterno goleador alemán, aquellos tanques bávaros que deslumbraron por ese instinto matador en el área grande. Pasaron los partidos y su imagen se hizo habitual en todas las convocatorias, a pesar de ser discutido por la prensa alemana y siguió sumando cinco goles más en el Mundial de Alemania 2006, que lo ubicaron sin querer queriendo en el palmarés de los grandes goleadores de la máxima cita futbolística. Hoy después de anotar el primer gol teutón , a su estilo, elevándose en las alturas, igualó con 11 tantos a Jürgen Klinsmann, goleador célebre si los hay en territorio bávaro, pero no se conforma porque solo está a tres de igualar al máximo referente : Gherhard Müller. Sería para Miroslav el mejor corolario de su paso por su selección, ya a los 32 años.