sábado, 4 de abril de 2009

Argentina despidió a Raúl Alfonsín

Con el deceso del líder radical se pierde al emblema argentino de la restauración democrática y a un gran propulsor de la integración latinoamericana

Raúl Ricardo Alfonsín, aquel presidente que en 1983 irrumpió en la escena política después de siete años de tiranía militar en la Argentina, recibió su último adiós en medio de una multitud que lo acompañó en caravana hasta su última morada. Más de 80 mil personas fueron partícipes de un acto popular sin igual en la vida contemporánea de este país. En el camino se escucharon palabras de elogios y ponderación de los asistentes, sin duda honores póstumos hacia su legado que lo ungen, como a muy pocas figuras políticas en América Latina, en el sitial de ‘símbolo de la democracia’.
La noticia de su muerte, durante el anochecer del 31 de Marzo, causó conmoción y generó nostalgia en la opinión pública argentina. Se ha ido aquel hombre que defendió a capa y espada, durante su gobierno (1983-1989), el planteo de una gigantesca reforma cultural que instaure el respeto por los derechos civiles, la tolerancia y las libertades del país del tango.

Fue por el respeto a esos ideales que Alfonsín ordenó aquel histórico juicio a las Juntas Militares, estampándole de tal forma el fin a una década de horror y terrorismo de estado. El multitudinario reconocimiento en las calles, hasta de esferas políticas adversarias, permite ver la magnitud de aquel hombre a quien siempre se le ligará por la valiente defensa de los derechos humanos y por la honestidad de manejar los recursos públicos.

En el Perú también hubo un reconocimiento en su memoria. La fuerte ligazón en los años 80 con el gobierno aprista encabezado por, el entonces joven, Alan García ameritaban tales honores. El ejecutivo nacional decretó ‘Día de Duelo Nacional’ en todos los edificios públicos, instalaciones militares y demás dependencias estatales, durante el pasado 2 de Abril que se realizaban las exequias del fallecido ex presidente argentino.
El apoyo activo a las vinculaciones económicas entre ambos países sudamericanos, así como su participación por la restauración de la democracia peruana fueron los motivos que impulsaron al gobierno peruano a rendirle este sentido homenaje.


Después de un caótico cortejo fúnebre, el cuerpo de Alfonsín yace inhumado en el Panteón de los Caídos por la Revolución de 1890. Descansa junto a Leandro Alem, Hipólito Yrigoyen y Arturo Illia, en un lugar privilegiado del Cementerio de La Recoleta, desde donde se recordará a este gran demócrata que en el Perú dejó un grato recuerdo.

Se perdió hasta el decoro

La selección peruana aumentó el sinsabor de la afición por estar en la última posición. Las derrotas ante Chile y Brasil avivan los aires de cambios

Por Omar Paredes

La derrota de un seleccionado que es superado de manera abismal por sus adversarios puede tener interpretaciones de diversa índole, aunque lo que sí resiste a un análisis, es el desconcierto con el cual se desenvuelven los jugadores de tal combinado. Y esa es la sensación que queda al final, porque este equipo que dirige José Del Solar más parece una combinación de caracteres de varios individuos que no logran tener una idea en común, sobre todo en el campo de juego.
El ejemplo más claro fue el partido contra Chile. Con la expectativa que acarreó por tratarse del clásico rival, los jugadores peruanos en vez de contagiarse del súper ambiente instalado en el estadio Monumental, al contrario empezaron a desconcertarse con el vértigo ofensivo propuesto por el sureño rival desde los primeros minutos. Y el desconcierto entonces trajo a la desesperación, la misma que experimentó Juan Manuel Vargas quien, impotente por detener a Alexis Sánchez, no solo le cometió el penal previo al segundo gol; sino que además le pegó una soberana patada, dejando en desventaja a sus compañeros, ante un rival ensañado por aumentar el marcador.
Ahora, la inquietud por saber cuál fue la estrategia planteada por el técnico peruano se puede responder desde la ignorancia. Claro, si el rival te hace un gol en los primeros minutos con una jugada que se gesta por la izquierda y termina por el otro extremo con un derechazo mortal del pícaro Sánchez, parece que cualquier propuesta se desmorona.
Entonces el desconsuelo quedó instalado, puesto que recibir este tipo de goles, sin respuesta de los peruanos ante jugadas de fácil lectura, parece un despropósito mayor y más aún responder ante la adversidad con calma, no parece estar al alcance de este grupo de jugadores. ¿Vale la pena resignarse con saber que no hay gente para más?


Luego, lo ocurrido días después con la derrota ante Brasil en Porto Alegre apenas fue un rezago del maremoto instalado por la marea roja en Lima. Era una exigencia mayor, ante un rival que demostró una inmensa superioridad en el campo y que para felicidad nuestra apenas marcó tres tantos. No se puede resumir de otra forma, solo hubo un equipo que propuso juego ofensivo y la muestra más clara es que el primer acercamiento nacional, que incluso fue un remate de larga distancia, se produjo a través de Alexander Sánchez al minuto 67. Simplemente no existimos y los brasileños jugaron a ritmo de entrenamiento como si se tratase de un partido ante un rival de fogueo.
Las últimas cinco eliminatorias, a pesar de que la Federación hizo millonarias inversiones, han pasado como mero trámite para los seleccionados. Es indecoroso asimismo observar la tabla de colocaciones y vernos en el pozo, alejados del penúltimo lugar. Y es que ha pasado de todo en el fútbol peruano. Pasaron técnicos, pasaron jugadores, pasaron generaciones de aficionados, pero ¡claro! los nombres de la cúpula dirigencial se repiten como si fueran figuritas de álbum. Ya parece que ni una posible desafiliación de nuestro balompié les remueve del cargo. ¿Habrá alguien quien podrá ayudarnos?