martes, 16 de diciembre de 2008

El campeón de los humildes

San Martín de Porres alcanzó el bicampeonato nacional imponiéndose a los equipos más importantes del país. La historia de un equipo humilde, pero fortalecido por su gran estructura.

Por Omar Paredes, desde Chimbote (Domingo 14 de Diciembre)
Deportivo Universidad de San Martín de Porres ha entrado en la historia grande del fútbol peruano en tiempos en que los equipos de mayor renombre se debaten entre discusiones internas. Es así que con la consecución de este histórico bicampeonato en Chimbote no solo ha quebrado la hegemonía de los denominados “tres grandes”, sino que llega a la meseta de un trabajo planificado serio como pocos suelen verse en nuestra fauna futbolera. Una secuencia de aciertos impulsados desde la gerencia deportiva liderada por Álvaro Barco y gestado en el campo por el pujante Víctor “El Chino” Rivera.

Para conseguir su objetivo el novel equipo de Santa Anita primero se alzó con el “Torneo Clausura” tres fechas antes de su finalización, debido a esta situación estuvo en balcón esperando la última jornada para revalidar el título nacional. El hecho se concretó cuando Universitario, incapaz de lograr la séptima ubicación del Clausura, entregó en bandeja el cetro al club “albo”, dejando sin efecto el título conseguido por la oncena de Ricardo Gareca en la primera parte del año.
Ahora bien, seguramente los “santos” no cuentan en su plantel con las mejores figuras de nuestro balompié, pero demostraron eso sí tener el mejor conjunto, tanto que llegaron al conteo final del Descentralizado 2008 con el mayor puntaje. En la presente temporada, totalizaron 94 puntos de 52 partidos en juego, igualando con Sporting Cristal en la cima del acumulado. Asimismo ganaron 26 encuentros, empataron 16 y solo perdieron 10. Además en su producción goleadora se asestó un total de 81 goles y recibió solo la mitad.
Para destacar a su plantilla nos referiremos al aporte de Leao Butrón en el arco, la eficiente labor de Jorge Huamán, Orlando Contreras, Atilio Muente y Guillermo Guizasola en la defensa, el empuje y sacrificio de Edwin Pérez y de John Hinostroza en el medio campo, así como el aporte goleador del paraguayo Roberto Ovelar, Pedro García y el argentino José Luis Díaz, quienes entre los tres marcaron la mitad de la producción goleadora del plantel.
La campaña del flamante campeón comenzó el 16 de febrero en el Torneo Apertura, con un empate a un tanto con Universitario en el Monumental, en ese entonces disputaba en paralelo la Copa Libertadores de América, situación que lo resignó a quedar en tercer lugar del torneo del primer semestre. Ya sin el torneo continental a cuestas, se avocó a la competición local en la segunda mitad del año, pero comenzó con sendas derrotas de visita contra Universitario y Cristal, a la postre su rival directo en la lucha por el Clausura. Después de acomodarse con valiosas victorias en plazas provincianas que lo llevaron a conseguir cinco triunfos consecutivos, alcanzó una ventaja que después se volvió inalcanzable para sus perseguidores.
San Martín no se podrá ufanar de tener una masiva afición como la de los equipos grandes, tanto así que apenas es seguido por un empedernido hincha-mascota disfrazado de muela que se pasea por las tribunas de todos los estadios del país con la sonrisa de oreja a oreja. Así y todo, él no dudó en recorrerse los 440 kilómetros hacia el primer puerto pesquero del Perú para ser partícipe de una gesta inigualable de un equipo que desde su llegada a la Primera División en el 2004 se organizó como una sociedad anónima y se ha constituido en un referente de trabajo mancomunado en un balompié peruano cada vez más atosigado por su desorganización y la deficiente gestión de sus dirigentes.

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